Soy ingeniera especializada en lubricación industrial y hace algunos años formo parte del equipo técnico de Castrol. Mi trabajo me ha llevado a recorrer las minas más exigentes de Argentina y de la región, desde Santa Cruz hasta Jujuy.
En todo ese recorrido, aprendí una verdad que se repite en cada faena: la lubricación no es un detalle. Es una decisión estratégica que sostiene la operación minera.
En minería a cielo abierto, todo es a gran escala. Y también lo son los desafíos: cargas dinámicas, temperaturas extremas, polvo, agua, vibraciones. Equipos como las palas, dragalinas, excavadoras hidráulicas y camiones de acarreo trabajan al límite de sus capacidades. En ese contexto, elegir el lubricante adecuado —sea grasa o aceite— no es simplemente una compra: es una decisión técnica que impacta en la productividad, en el consumo energético y en la seguridad.
Más de una vez me tocó llegar a una mina donde me pedían una grasa “más resistente” o un aceite “más duradero”. Pero lo primero que hago es preguntar: ¿qué componente queremos proteger?, ¿cómo lo están lubricando?, ¿hay sistemas automáticos?, ¿cuáles son las condiciones reales de operación?
Mi rol es ayudar a que esa elección esté alineada con los desafíos reales del equipo.
Nunca me voy a olvidar de un caso en Catamarca. Una pala eléctrica empezó a mostrar desgaste irregular en los dientes del engranaje de izaje. El equipo tenía sistema automático de lubricación, pero nadie estaba revisando los inyectores. Uno se había tapado y el otro estaba entregando tres veces más grasa de la necesaria. Resultado: un lado seco, el otro sobrecargado, y una parada no programada que costó varias horas de producción.
Después de esa experiencia, implementamos auditorías mensuales al sistema de lubricación y capacitaciones para el equipo de mantenimiento. También ajustamos el tipo de grasa: pasamos a un producto con mejor adherencia en frío y mayor resistencia a la contaminación. Desde entonces, esa pala no volvió a dar problemas.
El aceite también es protagonista
Si bien muchos se enfocan en las grasas, el aceite es igual de crucial en minería. En especial en componentes como cajas de transmisión, diferenciales, engranajes cerrados o sistemas hidráulicos.
En una mina en la provincia de San Juan, los diferenciales de los camiones estaban teniendo problemas de temperatura y desgaste. El aceite que usaban no tenía la estabilidad térmica necesaria. Propusimos migrar a Optigear BM, un aceite de alto desempeño con excelente protección bajo carga y una menor fricción interna. A los pocos meses, los análisis de condición mostraron una caída del desgaste metálico y una mejora en la eficiencia del sistema.
Los sistemas automáticos no se controlan solos
Una creencia común en muchas operaciones es que, si hay un sistema automático de lubricación, ya está todo resuelto. Pero la realidad es que esos sistemas también fallan: se tapan inyectores, se rompen líneas, se descalibran los tiempos. Por eso, insisto siempre: automatizar no es desentenderse, es controlar distinto.
En Castrol acompañamos a las minas con servicios de auditoría, inspección en campo y soporte técnico continuo. No solo entregamos producto: damos seguimiento, análisis y mejoras concretas. Porque cada punto de engrase o lubricación mal resuelto puede transformarse en una falla mayor.
Monitoreo, formación y equipo
Parte de mi trabajo es capacitar a los técnicos y supervisores de mantenimiento. Porque una buena estrategia de lubricación no se impone: se construye en equipo.
En cada visita, hacemos recorridas, tomamos muestras, revisamos temperaturas, escuchamos a quienes están día a día con los equipos. Muchas veces, son ellos quienes tienen la clave para detectar un ruido nuevo, un consumo fuera de lo normal, una vibración que antes no estaba. Yo traigo el conocimiento técnico, pero ellos tienen el pulso de la operación. Juntos, encontramos soluciones que funcionan.
Cinco verdades que aprendí como ingeniera de lubricación en minería
La lubricación es una ingeniería de detalle aplicada a gran escala.
El exceso de lubricante no protege más: contamina, endurece y desgasta.
Cada componente tiene su lubricante ideal. No hay recetas únicas.
Un sistema automático sin seguimiento es una bomba de tiempo.
Formar a los equipos de mantenimiento es tan importante como elegir el mejor producto.
Lo que me mueve
Lo que más me apasiona de este trabajo es ver cómo una recomendación técnica, una mejora en la frecuencia de aplicación o un simple cambio de producto pueden reducir paradas, extender la vida útil de los activos y darle más tranquilidad al equipo de mantenimiento.
No vendo tambores. Vendo confiabilidad. Vendo continuidad operativa. Vendo la certeza de que, en los momentos donde todo puede fallar, el lubricante va a hacer su trabajo.
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